jueves, 4 de noviembre de 2010

Le Déluge.

Porque todos nos sentimos mejor caminando bajo la lluvia, empapándonos de lo que creemos que es sólo agua. De lo que creemos que han creado las furiosas nubes que acampan a sus anchas en un día lluvioso, esperando a explotar y dejar caer todo lo que tienen en su interior. ¿Por qué nosotros no podríamos hacer lo mismo? Descargar todo lo que guardamos en lo más profundo de nosotros y echarlo hacia afuera como si se tratara de un trapo sucio. Pero después de eso, viene el arrepentimiento y el cansancio. El no saber cómo remediar algo que has hecho mal, una de las peores sensaciones que las personas experimentamos. Saber que has hecho algo que dará un giro de trescientos sesenta grados a tu vida y que ya no podemos volver atrás para cambiarlo.



Por eso necesitamos la lluvia. Para que, en esos momentos que nos cuesta incluso respirar, nos sintamos abrazados por alguien, por las miles de gotas que rozan tu rostro y resbalan por tus mejillas, sintiendo la leve fuerza de sus golpes, como si miles de dedos te acariciaran. Como si miles de personas se preocuparan por ti.
Porque todos nos sentimos mejor caminando bajo la lluvia.